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Estoy cansado, está claro,
porque a estas alturas uno tiene que estar cansado.
De qué estoy cansado, no lo sé.
De nada me serviría saberlo,
porque el cansancio sería el mismo.
La herida duele porque duele
y no en función de la causa que la produjo.
Sí, estoy cansado,
y un poco sonriente
de que el cansancio sea sólo esto:
ganas de dormir en el cuerpo,
un deseo de no pensar en el alma,
y por encima de todo una tranquilidad lúcida
del entendimiento retrospectivo…

¿Y cambia la lujuria al no tener esperanzas?

Soy inteligente: eso es todo.

He visto mucho y entendido mucho lo que he visto,
y hay un cierto placer hasta en el cansancio que esto me da,
pues al final la cabeza sirve para algo.

– Álvaro de Campos –