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«El amor de los jóvenes no piensa en el olvido.
Manda el futuro, aunque sólo brille,
al fondo del cerebro como un charco.
El dolor pone orden, suena como un aviso:
es la bocina del remolcador
que nos arrastra hasta salir del puerto.
Se pagan caros los intentos
de destruir el dolor, porque
también está el amor ahí.
La inteligencia es salvarlo todo.
Que nuestros ojos vigilantes
luzcan con esa espléndida
inutilidad. Nunca, sin el dolor,
podríamos haber amado así.»
– Joan Margarit –